lunes, 7 de marzo de 2011

Mini-invernaderos

Estos dos mini-invernaderos tan guays, llevan una semana en nuestra casa, donde todo, por si alguno no lo sabe, es mini. Están hechos con cajas de Cds y disponen de suelo laminado multicolor, cortinillas de quita y pon de forro de libros que huelen a principio de curso y tejado a dos aguas con ventana regulable para riego con flis-flis y ventilación. Que nadie se atreva a decir que no molan nuestros invernaderos porque en estos momentos las Caviedes viven sólo por y para su contemplación. Esto que digo no es un recurso estilístico, es una verdad como un piano, porque las verdades son lo único grande de nuestra casa: cuando las caviedes se despiertan no piensan en desayunar o vestirse, o encender la tele para ver a Bob Esponja. Cuando las caviedes se despiertan van en pijama como hipnotizadas, cada una desde su cama, con la legaña en el ojo a pegar la nariz en estos invernaderos para ver si hay novedades. Las novedades, que se han hecho esperar un poco nos tienen locas de atar. Tenemos dos mini-brotes de violeta y tres  puntos verdes que serán futuras caléndulas. Un total de cinco milagros recién nacidos en nuestras incubadoras de última generación.
El porqué una semilla que llevaba años tan tranquila, y tan quieta, le da por germinar y empezar a ser otra cosa es un misterio muy divino. Hay semillas con ganas de nacer y hacerse planta y un día sienten un calorcillo especial, un poco de humedad y dicen, para sus adentros, "cómo me apatece germinar, oye"  y van y germinan. Luego hay semillas insulsas que prefieren quedarse toda la vida hechas una pelotilla. Cuando yo verbalicé esto mismo con la nariz pegada al invernadero, Lucía me dijo muy seria: "mamá las semillas no piensan, pero saben que tienen que nacer porque lo saben y punto". Tomar un café, ver Bob Esponja o asistir en directo a la entrega de un óscar después de presenciar en tu propia casa un milagro (y ¡en pijama!) cobra un sentido muy relativo.
Lo de poner cartelitos con los nombres de las cosas no es un asunto mío. Yo me imagino que servirá de ayuda a la pobre planta que nace desorientada y no sabe si es un pimiento de piquillo o una col y me pregunto también qué pasará con las plantas transexuales si por ejemplo se sienten cebollinos pero biológicamente son zanahorias. Definitivamente poner carteles es un asunto delicado, aunque le da un aire muy García Márquez a mi cocina.