sábado, 13 de noviembre de 2010

Setas


Yo pensaba que para encontrar setas de colores había que adentrarse en las profundidades de la Selva Negra, o que  había que vestirse de Tirolés y andar dando saltitos por la cuenca del Danubio cantando oh leré leré leré jijú pero resulta que no. Estas setas tan bonitas son de un pinar cualquiera. No puedo dejar de contemplar esa seta morada, tan exótica, y carnosa con todos sus pliegues perfectos por debajo como las varillas de un paraguas, no me digan que no es un prodigio de la naturaleza. Y las dos rojas de la izquierda tienen el cuello de la camisa de encaje de bolillos al estilo Cervantes. Yo cuando las miro me dan ganas de volver a creer en Dios. En qué estaría Dios pensando cuando las creó: ese día se levantó contento y tenía el cartucho de tinta nuevo, no como el día que creó el murciélago, que estaba a fin de mes y muy cabreao.



Y no serán estas setas las últimas que vean en el blog porque sospecho que nos hemos enganchao de forma súbita a tan emocionante búsqueda. Lucía casi no pega ojo de la emoción, impaciente como está de volver al campo para encontrar " lepiotas". No me pregunten qué subespecie de hongo es ese ni por qué conjunción cósmica Lucía lo conoce.En mi casa a veces se dan este tipo de expedientes equis . Yo voy a ver si encuentro una guía pero ya.