viernes, 8 de abril de 2011

Willow se mosquea

Tengo a Willow muy mosqueado ultimamente y eso es algo que nos da a las tres mucha risa. Por si alguno todavía no lo sabe, Willow es mi vecino. Un vecino único y exclusivo que sólo encontrarán ustedes en Galería del coleccionista. Un vecino más que octogenario que abre  la puerta de su casa con batín de terciopelo rojo estilo  mayordomo de  palacio de Buckingham, aunque es de Segovia. Un vecino enganchado a telenovelas a la hora de mi siesta,  que usa Varón Dandy, se tiñe el pelo de color  rubio-folklórica-de-copla  y que además se peina clavando mucho el peine hasta dejarse las rayas marcadas en la cabeza y ya me paro porque el día menos pensado, al mismísmo Willow le va a dar por entrar en internet y buscar en google "Willow" para ver qué pone de  él .Entonces se va a encontrar con esto y a mí se me va a caer el pelo como castigo para que no pueda clavarme el peine haciéndome rayas ni teñirme como la Jurado que son dos de los anhelos más grandes que tengo en esta vida.
Pero volvamos al punto de partida: tengo a Willow mosqueado por varias razones.
Primero porque la señora de la limpieza deja mi felpudo delante de su puerta todas las mañanas y él piensa que soy yo y que es la manera que tengo de hacerle insinuaciones eróticas, así que llama a mi puerta con su batín de mayordomo de palacio de Buckingham para avisarme de que me va a poner el felpudo otra vez en mi sitio. Yo le digo todos los días que vale y que no soy yo quien lo descoloca,  mientras él cierra la puerta farfullando algo como en gaélico batua. 
Otro motivo de mosqueo permanente de Willow es que sospecha que yo tengo la llave del tejado. Este es un mosqueo con memoria histórica y que se remonta al principio de los tiempos, cuando Willow y yo formábamos la cúpula de gobierno de nuestra comunidad de vecinos. Entonces me entregó la llave del tejado y yo tuve la mala suerte de perderla, pero él está convencido de que la tengo escondida con intenciones perversas. Así que de vez en cuando, si estoy en el descansillo de la escalera más tiempo de lo normal, abre la puerta intempestivamente  para pillarme in fraganti justo cuando  cree que voy a subir al tejado para hacer allí un akelarre con mis amigas o para esconder la máquina de hacer matrículas falsas y los bidones con nitrato potásico de las bandas armadas con las que colaboro. 
El pobre Willow sufre mucho pensando que yo tengo la llave del tejado y sufre mucho más cuando tiene que pasar el verano con su hermana en Escarabajosa de Cabezas, provincia de Segovia, si sabe que yo me quedo y me quedo además con la llave que  perdí, pero que él piensa que tengo, para subir al tejado y hacer cosas mucho peores todavía como alojar a los mismísimos terroristas de las bandas armadas de las que hablo antes, y hacer con ellos  fiestorras abertxales con bocatas de txistorra.
Pero el último y definitivo mosqueo de Willow es mi jardín botánico. Con este furor primaveral tenemos el balcón como una selva amazónica. Nos han nacido familias de tulipanes con sus propios hijos biológicos y también adoptivos, un par de Iris muy espigaos,una pobre lavanda recién salida de un cuadro obsesivo-depresivo pero que está poniéndose muy maja gracias a una terapia de choque de desayunos con Brahms, una  melisa tan olorosa como indolente, hierbabuenas, tomates, pimientos y tenemos además semilleros nuevos con caléndulas que nacen con cara de bostezo, estirando los brazos, y para acabar: perejil omnipresente y con ganas de expansión tridimensional con el que podríamos abastecer a un par de legiones del ejército romano. 
 Cada vez que salimos a regar o a ver los progresos de nuestra flora no podemos evitar montar un gran escándalo y entonces aparece la sombra  de Willow  que sube la persiana y se pone unas gafas bifocales de esas que tienen un cuadradito borroso para ver de cerca y el resto del cristal despejao para ver de lejos, y si se atreve incluso sale al balcón, no para hablar con nosotras no, si no para apoyarse en la barandilla y hacer como que espera la llegada de la camioneta de Mercadona, poniéndose la mano de visera para dar credibilidad al asunto.
En el fondo nosotras sabemos que está ahí observándonos, y que quiere pillarnos cometiendo algún tipo de pecado mortal.
Lo que Willow no sabe es que somos felices con nuestra selva de balcón y  que un día de estos en la hora de la siesta, nuestra tomatera trepará imparable hasta el cielo y nosotras treparemos con ella, donde ya no se oiga la banda sonora de "amar en tiempos revueltos" muy lejos de su batín de mayordomo, de su tejado y  de su llave, que estará en el fondo del mar matarile, rile, ron chimpón.

6 comentarios:

  1. Qué mala es la senectud¡¡¡
    Su siguiente conspiración paranoica será pensar que tienes una plantación de marihuana en tu jardín botánico.Tiempo al tiempo

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  2. Qué deliciosa manera, Sara, de saludar a este domingo indolente que me he regalado. Acordaos de mí cuando se ponga a trepar la tomatera. Un beso. Juanma.

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  3. Me encanta el cotilleo de gresca de vecinos. Será porque también soy una especie de Willow (curioso que en inglés Willow, es el Sauce Llorón)pero me encargo de hacer la vida difícil a los vecinos que me molestan, y por mi parte trato de no molestar a ninguno.
    El Affair Willow prueba que en todas las latitudes existen los mismos problemas en los condominios.
    Y tú, Sarita, me haces envidiarte otra vez porque para mí Willow hubiera sido el vecino ideal. ¡Qué cosas no hubiera inventado para fastidiarlo! y ya a esta altura él estaría espiando el crecimiento de las plantas pero desde abajo.
    Como nota al margen y hablando de la tomatera, no tengo espacio, pero me haría mucha ilusión plantar una tomatera al revés. Supongo que ya lo sabes, pero googlea topsy-turvey tomato que de eso estoy hablando.
    Un besote.

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  4. Diego: claro que piensa que tengo marihuana, esa es la cosa...

    Juanma: prepara los crampones. Creo que está la cosa chunga por ahí arriba.

    Mario: No encuentro lo de las tomateras al revés en español y en inglés no soy capaz de seguirlo, pero veo en las fotos que es literalmente una tomatera del revés colgada cual murciélago. Y ¿Qué beneficios depara eso? ¿es comida de vampiros?.

    besos para los tres

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  5. Me encanta!!!! Que risas!!! Vaya personaje "el Willow".... Oh!! Todos tenemos un vecino algo extraño pero esa imagen de este personajillo asomándose al balcón con sus gafas bifocales.... Jajaja!! Insuperable!!!! Besos!!!!!

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  6. Pon en el Google "plantar tomates al revés". Hay ventajas de espacio, de originalidad, de no tener que usar paráclitos o sarmientos (creo que así se llaman los palitos esos) entre otras.
    Los vampiros no comen tomates, te comen a ti (y más de uno quisiera ser vampiro).

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