miércoles, 15 de diciembre de 2010

Cosas de mi casa que no son lo que parecen


Creo que necesito ayuda profesional.
Doctor, cuando friego, el rascador de la vitrocerámica que tiene cara de señor gritando me mira con tal angustia que tengo que soltarlo rápidamente. Uno de estos días, sin medir mis fuerzas voy a tirarlo por la ventana de la cocina con el consiguiente peligro de incrustárselo a alguien en el cogote. Llevar un rascador de vitrocerámica incrustado en el cogote es mucho peor que fregarlo; primero porque en el cogote no se pueden hacer torniquetes y segundo porque la angustia del señor angustiado del rascador se te cuela directamente por la brecha, contangiándotela este a tí por vía intravenosa o intracogotosa y ahí ya estás perdido.
No es la primera vez que me pasa, doctor, cuando descorcho una botella, mi abrebotellas sube los brazos en quinta posición de ballet ruso  y se convierte en una bailarina con pelos en el sobaco.Es una visión terrible. Otras veces, este mismo sacacorchos en vez de la bailarina, me parece un búho haciendo la ola y esto me da mucho más miedo que el rascador de la vitrocerámica. Creo que estoy volviéndome loca, doctor, mi casa está llena de cosas que no son lo que parecen. 
Siempre he sido un poco rara, pero todas mis rarezas eran controladas por mí. Ahora la imaginación se me dispara y esto no sólo me ocurre en casa; desde hace un año en la mesa de mi jefe hay una pinza-atril portadocumentos con cara de velociraptor y cuerpo de lombriz. En las reuniones del departamento, que son varias a la semana alrededor de esa mesa, no me entero nunca de nada,  y sin yo quererlo me monto películas estilo Parque Jurásico con ataques asesinos de estos velociraptor contra el aparato de sujetar el celofán que es un brontosaurio rojo bebiendo agua. Mi jefe está harto de que yo abra y cierre la boca de los velociraptor-lombriz mientras él habla de los alumnos con necesidades educativas especiales y me ha regalado todas las pinzas-dinosaurio que tenía.
Hasta las latas de tomate Solís que abro para echar en los macarrones de mis niñas, toman vida para sacarme la lengua con mucho retintín: se ríen de mí, doctor, y una no está toda la mañana limpiando y cocinando como madre abnegada para que llegado el momento de echar el tomate en los macarrones, venga una lata a sacarle la lengua. He probado a cambiar de marca, porque las únicas latas que sacan la lengua son las de Solís, pero siempre acabo rendida a sus encantos. No puedo deshacerme de ninguno de estos personajes monstruosos, creo que en el fondo y cada uno a su manera, me hacen compañía.
doctor, ¿cree que tengo un "poblema"? ¿debo seguir algún "pograma" de desintoxicación?

 

3 comentarios:

  1. Sin duda usted tiene ojos trifásicos, como el Sr. Conde. Afortunados los Sinestetas por que ellos pueden sentir en colores y formas, lo que ven al otro lado del espejo, donde nadie se imagina y nunca llegaremos el resto de los mortales, Snif. 1 kiss x 3= Mamiluliblanki (Toñin)

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  2. Ay!! Comento y no salen!!! Que sepas que te leo!!! Y yo tengo falta de imaginación creo, no se me ocurren esas cosas.

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  3. ¿ trifásico, par diez, y eso qué es lo que es? ahora mismo lo busco. Kisses de vuelta para el Norte.

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